El equipo de Carmen se encarga de diseñar mobiliario a medida, planificar interiores adaptados a las necesidades específicas de cada cliente y gestionar proyectos ‘llave en mano’.
La pasión por el detalle y el confort es evidente en cada uno de sus proyectos, donde creatividad, originalidad y funcionalidad se combinan para superar las expectativas de sus clientes.
Mi trayectoria profesional es el resultado de una evolución constante y un compromiso por la excelencia en el interiorismo.
Aunque desde joven tuve una sensibilidad especial por el arte y la composición, fue a los 30 años cuando decidí formarme en Diseño de Interiores, convencida de que solo a través del conocimiento y la preparación se puede trabajar bien y desarrollar una visión propia.
Desde entonces, no he dejado de formarme, porque el interiorismo es un campo en constante cambio y solo con actualización y aprendizaje continuo se puede ofrecer lo mejor.
A lo largo de mi carrera, he trabajado en proyectos diversos, desde residencias particulares hasta colaboraciones con marcas de prestigio, siempre con la premisa de fusionar elegancia, funcionalidad y esa esencia de “lujo silencioso” que define mi estilo.
Cada espacio es una oportunidad para crear algo único, donde la calidad y el detalle sean protagonistas y donde las personas sientan que el diseño mejora su vida.
Mi camino profesional es el reflejo de una pasión que se ha fortalecido con los años, con la experiencia y con la formación constante, que considero esencial para seguir evolucionando y aportando valor en cada proyecto.”
El diseño no es solo estética: la funcionalidad, los flujos de circulación y la forma en la que las personas interactúan con el espacio son clave. Para mí, el verdadero lujo está en la calidad bien elegida, en los detalles sutiles y en la armonía que hace que un lugar sea bello, cómodo y atemporal. No se trata de ostentación, sino de crear atmósferas que aporten bienestar, sofisticación y una experiencia única en el día a día.
Definiría mi estilo como una combinación de elegancia atemporal y lujo silencioso, donde el diseño no solo se percibe visualmente, sino que también se siente y se vive. Me interesa la sensorialidad en los espacios, cómo los materiales, la luz y las texturas generan una experiencia envolvente y placentera.
Más que marcar un estilo fijo, creo que el verdadero poder del estilismo radica en su capacidad de transcender lo visual para convertirse en una expresión de emociones y sensaciones.
Un estilista no solo ordena elementos en un espacio, sino que compone atmósferas que evocan belleza, armonía y alma vivida.
Para mí, el estilismo debe impactar, conmover y rozar lo sublime, logrando que cada escena tenga una narrativa propia, una energía que se percibe sin necesidad de explicaciones. No se trata de imponer una firma personal, sino de captar la esencia de un lugar y exaltarla, dando vida a espacios que inspiran y envuelvan a quien los habita.
Sin duda, el entorno influye en el estilo de un hogar, desde la arquitectura y la luz natural hasta el clima y la cultura local. Actualmente, hay una mayor sensibilidad hacia la integración con el entorno, buscando materiales, colores y distribuciones que dialoguen con lo que rodea la vivienda.
Pero más allá del contexto geográfico, hay otros factores que marcan el estilo de un hogar: la edad, la composición familiar, la forma de vida e incluso el contexto socioeconómico. Todo influye en cómo se conciben los espacios y en las decisiones de un diseño. Un hogar debe estar en sintonía con su entorno, pero, sobre todo, debe ser un reflejo de quienes lo habitan, adaptándose a sus necesidades y aspiraciones.
Uno de los proyectos que más me ha marcado fue un trabajo reciente en el que colaboré con una familia que quería transformar una casa familiar en un hogar más acogedor y funcional.
A través de las conversaciones con ellos, logré entender profundamente sus deseos, emociones y necesidades, lo que me permitió crear un espacio que no solo cumpliera con sus expectativas, sino que los emocionara cada vez que entraban en él.